Uno de mis primeros recuerdos de un
hecho histórico político ocurriendo en mi vida fue en el 2002, tenía yo
poco más de 7 años. Recuerdo como mi madre nos llevaba a mí y a mi hermano por
la calle camino hacia una casa en el Sur de Valencia dónde vivían mis abuelos.
En medio de la caminata, mi mamá nos pregunto si sabíamos quién era el
presidente del país, mi hermano y yo respondimos con lo que los adultos nos
habían enseñado: Hugo Chávez Frías. En ese momento, nuestra madre nos corrigió
y dijo que había un nuevo presidente que se llamaba Pedro Carmona Estanga. No
le di mucha importancia a estos comentarios, después de todo yo era un niño
cuyo interés estaba en ver comiquitas, jugar con mi playstation e ir al
colegio, no tenía un concepto de que era exactamente un presidente y por qué
era tan importante. Pero aun recuerdo lo impactado, callados y hasta tensos que
se encontraban varios miembros de mi familia durante los siguientes días, que
estuve pasando en casa de mis abuelos. Aun tengo en mi mente a mis familiares
chavistas reunidos alrededor de la radio, escuchando atentamente las noticias y
la sorpresa e ira que mostraron en cuanto escucharon en la radio “El Presidente
Chávez no renuncio…”, palabras que los llevaron a las calles a protestar,
mientras yo me quedaba con mi abuela quién me explicaban que salían para que
presidente Estanga dejará el gobierno, lo último que recuerdo es que me quede
viendo la televisión nacional dónde pasaban comiquitas y no lo que estaba
ocurriendo afuera.
Así es como recuerdo esos hechos, y
hoy 14 años después, los eventos que ocurrieron en Venezuela entre el 11
y el 13 de Abril de 2002 siguen siendo en cierta manera tan confusos como
cuando era un niño a penas consciente del país en que vivía. Una lucha de
poderes, desestabilidad política, lideres aboliendo responsabilidad y gente
culpándose unos a otros por el desastre; este evento, viéndose en
retrospectiva, parece un microcosmos de todos los problemas que habían
caracterizado a Venezuela hasta ese punto y que tristemente empeorarían después
de esos días y en cierta forma, a causa de esos días. Porque parece que
Venezuela no puede tener una década que no se caracterice por un gran evento de
violencia política: en los ochenta tuvimos la muertes de cientos y hasta miles
en “El Caracazo” de 1989; en los noventa, decenas murieron en los
enfrentamientos durante los intentos de golpe de estado de 1992 y sí, en Abril
de 2002 tuvimos un nuevo intento de golpe de estado que es el que se recuerda
hoy. Lamentablemente en esta nueva década también tuvimos recientemente nuestro
propio episodio de caos político durante 2014, dónde de nuevo decenas murieron,
sufrimos consecuencias nefastas que aun nos afectan y una vez más crece la
frustración e impotencia de este pueblo.
¿Llegará pronto el momento para
Venezuela? ¿El momento en que haya estabilidad y la violencia política no solo
no sea aceptada como una opción, sino que sea rechazada rotundamente en palabra
y en práctica por todos los participantes del panorama político? Siendo honesto,
no estoy seguro. La lucha contra la opresión de aquellos que abusan de su poder
ha sido siempre parte de la historia del país, incluso en nuestro propio himno
nacional se describe con la palabras “Y si el despotismo levanta la voz, seguid
el ejemplo que Caracas dio”, unas palabras indican que ante los que buscan
aplastar la libertad y los valores, hay que presentar oposición y luchar con
pasión, con nuestras ideas y si es necesario por la fuerza. Pero actualmente,
ya mucho tiempo después de escrito este himno, ahora que hemos visto la lucha
pacífica de héroes mundiales como Gandhi, Luther King y Monseñor Romero, ya no
hay excusa para decir que la violencia es necesaria, ni que debería ser
aceptada. Y yo en lo personal me opongo moralmente y desprecio todo acto de
violencia. Pero esa forma de pensar lamentablemente ha fallado en los momentos
históricos que ya he señalado en Venezuela. Porque algunos cuando escuchan esas
palabras en el himno nacional, solo les gusta la parte de la lucha, pero no
saben que combatir la violencia política con más violencia es como querer
apagar el fuego con leña.
Pero a pesar de todas estas
reflexiones que hago, una parte de mí se mantiene optimista y cree que
Venezuela si puede ser capaz de ser un pueblo que rechace en su totalidad los
actos de violencia, venga de quién venga. Pero para lograr este ideal, para que
no se vuelvan a justificar este tipo de ataques políticos en el futuro, debemos
dejar de justificar los ataques políticos que ya ocurrieron en el pasado. Debemos
ser capaces de ver hechos como los ocurridos en Abril de 2002 y si no asumir
responsabilidad, por lo menos no justificar los errores cometidos, por respeto
a los muertos y sus familiares, por los que resultaron heridos y por los que no
recibieron justicia.
En Abril de 2002, había una larga
pelea por poder y por petróleo entre el gobierno y la oposición. Debido a esta
situación, la oposición realizó una marcha hacia el edificio de PDVSA que
“espontáneamente” se extendió hacia Miraflores con el objetivo de buscar la
salida de Hugo Chávez de la Presidencia del país. Esto llevo a un
enfrentamiento armado en que murieron decenas de protestantes a favor y en
contra del gobierno. Muertes que el gobierno intento ocultar sin éxito con
cadenas nacionales. Posteriormente, El presidente Chávez ordenaría la
implementación del Plan Ávila, un plan que de haberse llevado a cabo, hubiese
conllevado a una extensa y desenfrenada presencia de abusos a los derechos
humanos, como se experimento en “El Caracazo”. Debido a esto, militares se
opusieron y destituyeron al presidente, oportunidad aprovechada por aquellos
que ya tenían planeado tomar el poder por la fuerza dentro del área militar. Se
declaró como presidente a un empresario, Pedro Carmona, sin ninguna autoridad
política ni legal para asumir la presidencia, se disolvió a la asamblea
nacional, comenzaron arrestos arbitrarios y la violencia en las protestas
continuaba. Esto hechos eran ocultados y no se mostraban en los medios
nacionales, pero esta vez no por cadenas, sino por la complicidad y silencio de
los medios de comunicación que olvidaron su deber de servir a la verdad.
Eventualmente el presidente Chávez sería restituido, pero la verdad y la
justicia aun no tendrían su lugar correcto en el país, ya que los hechos de estos
días no fueron propiamente investigados, las muertes y crímenes no fueron
aclarados, convirtiendo a los hechos del 11 de Abril en una página en blanco
para que cada quien escribiera su narrativa, una narrativa que se usaría como
excusa para mas enfrentamientos políticos, para mas injusticias, para el cierre
de medios de comunicación y para juicios y arrestos que para algunos, más
que buscar justicia, buscaban demostrar poderío político.
Recapitulando los hechos, está claro
que muchas acciones que se llevaron a cabo en ese periodo son mas que
repudiables y es a eso a lo que me refiero cuando digo que debemos dejar de
justificar los ataques políticos del pasado. Aquel sector de la oposición que
todavía ve el golpe como un acto de rebelión justificable o un surgir del
pueblo contra la tiranía, debe reflexionar y llamar el golpe por lo que fue: un
golpe, un golpe de estado. Abusos a derechos humanos se llevaron a cabo, la
asamblea escogida por el pueblo no fue respetada políticos y comunicadores
guardaron silencio mientras la gente sufría en la calle porque no querían que
estos hechos los hicieran ver mal, esta oposición que tanto señala los métodos
de la presidencia como dictatoriales no puede seguir justificando la toma del
poder por la fuerza sin respetar las decisiones del pueblo venezolano. El
sector oficialista a su vez debe dejar de ignorar o hasta negar los abusos de
su propio lado en lo que ocurrió ¿Pueden honestamente condenar el gran abuso de
derechos humanos que fue “El Caracazo” y al mismo tiempo no criticar que Chávez
quería implementar el mismo Plan Ávila contra su población? ¿Pueden condenar
las muertes de los chavistas pero no de los opositores durante el tiroteo? Eso
sin mencionar el hecho de cómo el oficialismo utilizo estos hechos para demonizar
canales de radio y televisión que serían cerrados o comprados ¿Se puede
condenar el silencio de los medios en 2002 cuando eran dominados
predominantemente por la oposición pero no en el 2014 cuando estaban en manos
de simpatizantes al gobierno? Si simpatizas con un lado, aun debes ser critico
de ese lado para no caer en la idolatría y el daño, para no caer en la
hipocresía ¿Pueden los opositores condenar el golpe de 1992 y a la vez
justificar el del 2002? ¿Puede el oficialismo justificar el golpe de 1992 y a
la vez condenar el del 2002? Por más que se hable de las injusticias de los
gobiernos a los que se oponían y de las pocas opciones o representación
política que tenían en esos respectivos intentos de golpe, eso no cambia nada.
Y por más que se critiquen los abusos de derechos humanos del otro lado, eso no
justifica los abusos propios, el menor de dos males sigue siendo un mal. Y
tratar de justificar la toma del poder por la fuerza bajo la excusa del peligro
que podía suponer al otro en el poder, es simplemente justificar el despotismo,
ese mismo despotismo que nuestro himno nacional condena. Entonces, hoy invito
con esta palabras, al no excusar más lo golpes ni los casos de violencia
política con la esperanza de que en futuro cuando haya un abuso de derechos
humanos, sea condenado por todos los lados, en lugar de pelear por cual abuso
fue peor, el de un sector o del otro. Con la esperanza que cuando ocurra una
muerte se busque justicia para todos, no solo para el que conviene, que
ya no se arreste o demonice a un solo lado. Con la esperanza, tal vez ingenua
pero aun presente de que ya no exista la apología al golpismo en este país y
quizás incluso en los demás países de nuestra región. Para que vivamos en un
país dónde la lucha por la libertad se haga con paz, fraternidad y con ideas,
no con las armas. Y que sea esa lucha pacífica, esa búsqueda de la justicia y
de la libertad contra la opresión lo que nos lleve a un país donde no
haya disculpa ni impunidad para aquel que mate a otro por su forma de pensar,
sea el asesino capitalista, socialista, opositor, oficialista, chavista,
caprilista, lopecista o madurista. Y que cuando alguien siquiera insinué
promover ideas con la fuerza de la violencia, sea rechazado universalmente por
todos como un agente del despotismo. Porque así estaremos correctamente
siguiendo el ejemplo que Caracas dio.
wow, parece hecho por un periodista.
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