lunes, 11 de abril de 2016

Abril, 14 años Después: Mis reflexiones sobre Los eventos de Abril de 2002


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Uno de mis primeros recuerdos de un hecho histórico político ocurriendo en mi vida  fue en el 2002, tenía yo poco más de 7 años. Recuerdo como mi madre nos llevaba a mí y a mi hermano por la calle camino hacia una casa en el Sur de Valencia dónde vivían mis abuelos. En medio de la caminata, mi mamá nos pregunto si sabíamos quién era el presidente del país, mi hermano y yo respondimos con lo que los adultos nos habían enseñado: Hugo Chávez Frías. En ese momento, nuestra madre nos corrigió y dijo que había un nuevo presidente que se llamaba Pedro Carmona Estanga. No le di mucha importancia a estos comentarios, después de todo yo era un niño cuyo interés estaba en ver comiquitas, jugar con mi playstation e ir al colegio, no tenía un concepto de que era exactamente un presidente y por qué era tan importante. Pero aun recuerdo lo impactado, callados y hasta tensos que se encontraban varios miembros de mi familia durante los siguientes días, que estuve pasando en casa de mis abuelos. Aun tengo en mi mente a mis familiares chavistas reunidos alrededor de la radio, escuchando atentamente las noticias y la sorpresa e ira que mostraron en cuanto escucharon en la radio “El Presidente Chávez no renuncio…”, palabras que los llevaron a las calles a protestar, mientras yo me quedaba con mi abuela quién me explicaban que salían para que presidente Estanga dejará el gobierno, lo último que recuerdo es que me quede viendo la televisión nacional dónde pasaban comiquitas y no lo que estaba ocurriendo afuera. 

Así es como recuerdo esos hechos, y hoy 14 años después, los eventos  que ocurrieron en Venezuela entre el 11 y el 13 de Abril de 2002 siguen siendo en cierta manera tan confusos como cuando era un niño a penas consciente del país en que vivía. Una lucha de poderes, desestabilidad política, lideres aboliendo responsabilidad y gente culpándose unos a otros por el desastre; este evento, viéndose en retrospectiva, parece un microcosmos de todos los problemas que habían caracterizado a Venezuela hasta ese punto y que tristemente empeorarían después de esos días y en cierta forma, a causa de esos días. Porque parece que Venezuela no puede tener una década que no se caracterice por un gran evento de violencia política: en los ochenta tuvimos la muertes de cientos y hasta miles en “El Caracazo” de 1989; en los noventa, decenas murieron en los enfrentamientos durante los intentos de golpe de estado de 1992 y sí, en Abril de 2002 tuvimos un nuevo intento de golpe de estado que es el que se recuerda hoy. Lamentablemente en esta nueva década también tuvimos recientemente nuestro propio episodio de caos político durante 2014, dónde de nuevo decenas murieron, sufrimos consecuencias nefastas que aun nos afectan y una vez más crece la frustración e impotencia de este pueblo.  

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¿Llegará pronto el momento para Venezuela? ¿El momento en que haya estabilidad y la violencia política no solo no sea aceptada como una opción, sino que sea rechazada rotundamente en palabra y en práctica por todos los participantes del panorama político? Siendo honesto, no estoy seguro. La lucha contra la opresión de aquellos que abusan de su poder ha sido siempre parte de la historia del país, incluso en nuestro propio himno nacional se describe con la palabras “Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”, unas palabras indican que ante los que buscan aplastar la libertad y los valores, hay que presentar oposición y luchar con pasión, con nuestras ideas y si es necesario por la fuerza. Pero actualmente, ya mucho tiempo después de escrito este himno, ahora que hemos visto la lucha pacífica de héroes mundiales como Gandhi, Luther King y Monseñor Romero, ya no hay excusa para decir que la violencia es necesaria, ni que debería ser aceptada. Y yo en lo personal me opongo moralmente y desprecio todo acto de violencia. Pero esa forma de pensar lamentablemente ha fallado en los momentos históricos que ya he señalado en Venezuela. Porque algunos cuando escuchan esas palabras en el himno nacional, solo les gusta la parte de la lucha, pero no saben que combatir la violencia política con más violencia es como querer apagar el fuego con leña. 

Pero a pesar de todas estas reflexiones que hago, una parte de mí se mantiene optimista y cree que Venezuela si puede ser capaz de ser un pueblo que rechace en su totalidad los actos de violencia, venga de quién venga. Pero para lograr este ideal, para que no se vuelvan a justificar este tipo de ataques políticos en el futuro, debemos dejar de justificar los ataques políticos que ya ocurrieron en el pasado. Debemos ser capaces de ver hechos como los ocurridos en Abril de 2002 y si no asumir responsabilidad, por lo menos no justificar los errores cometidos, por respeto a los muertos y sus familiares, por los que resultaron heridos y por los que no recibieron justicia. 



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En Abril de 2002, había una larga pelea por poder y por petróleo entre el gobierno y la oposición. Debido a esta situación, la oposición realizó una marcha hacia el edificio de PDVSA que “espontáneamente” se extendió hacia Miraflores con el objetivo de buscar la salida de Hugo Chávez de la Presidencia del país. Esto llevo a un enfrentamiento armado en que murieron decenas de protestantes a favor y en contra del gobierno. Muertes que el gobierno intento ocultar sin éxito con cadenas nacionales. Posteriormente, El presidente Chávez ordenaría la implementación del Plan Ávila, un plan que de haberse llevado a cabo, hubiese conllevado a una extensa y desenfrenada presencia de abusos a los derechos humanos, como se experimento en “El Caracazo”. Debido a esto, militares se opusieron y destituyeron al presidente, oportunidad aprovechada por aquellos que ya tenían planeado tomar el poder por la fuerza dentro del área militar. Se declaró como presidente a un empresario, Pedro Carmona, sin ninguna autoridad política ni legal para asumir la presidencia, se disolvió a la asamblea nacional, comenzaron arrestos arbitrarios y la violencia en las protestas continuaba. Esto hechos eran ocultados y no se mostraban en los medios nacionales, pero esta vez no por cadenas, sino por la complicidad y silencio de los medios de comunicación que olvidaron su deber de servir a la verdad. Eventualmente el presidente Chávez sería restituido, pero la verdad y la justicia aun no tendrían su lugar correcto en el país, ya que los hechos de estos días no fueron propiamente investigados, las muertes y crímenes no fueron aclarados, convirtiendo a los hechos del 11 de Abril en una página en blanco para que cada quien escribiera su narrativa, una narrativa que se usaría como excusa para mas enfrentamientos políticos, para mas injusticias, para el cierre de medios de comunicación y para juicios y arrestos  que para algunos, más que buscar justicia, buscaban  demostrar poderío político. 

Recapitulando los hechos, está claro que muchas acciones que se llevaron a cabo en ese periodo son mas que repudiables y es a eso a lo que me refiero cuando digo que debemos dejar de justificar los ataques políticos del pasado. Aquel sector de la oposición que todavía ve el golpe como un acto de rebelión justificable o un surgir del pueblo contra la tiranía, debe reflexionar y llamar el golpe por lo que fue: un golpe, un golpe de estado. Abusos a derechos humanos se llevaron a cabo, la asamblea escogida por el pueblo no fue respetada políticos y comunicadores guardaron silencio mientras la gente sufría en la calle porque no querían que estos hechos los hicieran ver mal, esta oposición que tanto señala los métodos de la presidencia como dictatoriales no puede seguir justificando la toma del poder por la fuerza sin respetar las decisiones del pueblo venezolano. El sector oficialista a su vez debe dejar de ignorar o hasta negar los abusos de su propio lado en lo que ocurrió ¿Pueden honestamente condenar el gran abuso de derechos humanos que fue “El Caracazo” y al mismo tiempo no criticar que Chávez quería implementar el mismo Plan Ávila contra su población? ¿Pueden condenar las muertes de los chavistas pero no de los opositores durante el tiroteo? Eso sin mencionar el hecho de cómo el oficialismo utilizo estos hechos para demonizar canales de radio y televisión que serían cerrados o comprados ¿Se puede condenar el silencio de los medios en 2002 cuando eran dominados predominantemente por la oposición pero no en el 2014 cuando estaban en manos de simpatizantes al gobierno? Si simpatizas con un lado, aun debes ser critico de ese lado para no caer en la idolatría y el daño, para no caer en la hipocresía ¿Pueden los opositores condenar el golpe de 1992 y a la vez justificar el del 2002? ¿Puede el oficialismo justificar el golpe de 1992 y a la vez condenar el del 2002? Por más que se hable de las injusticias de los gobiernos a los que se oponían y de las pocas opciones o representación política que tenían en esos respectivos intentos de golpe, eso no cambia nada. Y por más que se critiquen los abusos de derechos humanos del otro lado, eso no justifica los abusos propios, el menor de dos males sigue siendo un mal. Y tratar de justificar la toma del poder por la fuerza bajo la excusa del peligro que podía suponer al otro en el poder, es simplemente justificar el despotismo, ese mismo despotismo que nuestro himno nacional condena. Entonces, hoy invito con esta palabras, al no excusar más lo golpes ni los casos de violencia política con la esperanza de que en futuro cuando haya un abuso de derechos humanos, sea condenado por todos los lados, en lugar de pelear por cual abuso fue peor, el de un sector o del otro. Con la esperanza que cuando ocurra una muerte se busque justicia  para todos, no solo para el que conviene, que ya no se arreste o demonice a un solo lado. Con la esperanza, tal vez ingenua pero aun presente de que ya no exista la apología al golpismo en este país y quizás incluso en los demás países de nuestra región. Para que vivamos en un país dónde la lucha por la libertad se haga con paz, fraternidad y con ideas, no con las armas. Y que sea esa lucha pacífica, esa búsqueda de la justicia y de la libertad contra la opresión  lo que nos lleve a un país donde no haya disculpa ni impunidad para aquel que mate a otro por su forma de pensar, sea el asesino capitalista, socialista, opositor, oficialista, chavista, caprilista, lopecista o madurista. Y que cuando alguien siquiera insinué promover ideas con la fuerza de la violencia, sea rechazado universalmente por todos como un agente del despotismo. Porque así estaremos correctamente siguiendo el ejemplo que Caracas dio.
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